Acotar los movimientos de los corzos para evitar que malogren cosechas (o que provoquen accidentes de tráfico); programar con un robot la siembra y el riego de un huerto en función de los niveles de humedad y temperatura; enchufar cualquier dispositivo electrónico en medio de un campo gracias a la energía solar; saber con precisión qué pasa dentro de una colmena de abejas gracias a una aplicación; ordeñar vacas con robots inteligentes…
Considerado el ‘Bulli” de la innovación rural, visitar el FarmLab Rupit es lo más parecido a viajar al futuro del campo, un futuro cada vez más próximo y que vale más la pena conocer por las posibilidades que alberga.
De hecho, uno de los objetivos de su impulsor, Marc Vives, de la Fundación Itinerarium, es el de mostrar todo el potencial que tiene hoy en día el mundo rural gracias a los adelantos tecnológicos. “Desarrollar el mundo rural es básico, no solo para repoblar el campo y buscar un nuevo equilibrio territorial, sino también en la lucha contra el cambio climático y los retos que representará”, nos explica Vives.
“Hace falta que la gente vea que, ahora, marchar de la ciudad para ir a vivir al campo no es un paso atrás sino un paso adelante”, explica.
Y para demostrarlo, solo hay que asistir a las visitas que Vives ofrece al FarmLab. Algunas de ellas tienen un carácter más educativo y están destinadas a niños en edad escolar, pero otras son de carácter divulgativo y están abiertas a las familias.
FarmBots y aplicaciones de control animal
Nuestra visita arranca en el huerto robótico donde el FarmBot planta en el lugar más adecuado, riega la cantidad justa de agua sin derrochar y es capaz de cultivar varias especies en la hora adaptándose a las necesidades de cada una de ellas. Y todo esto lo hace usando un kit de software libre que funciona con la placa Arduino y con una aplicación tan fácil de usar como un videojuego. De hecho, en muchas escuelas lo tienen a sus huertos como herramienta educativa.
Aquí mismo, Vives nos muestra un invento propio: la Solarteca, que consiste con un placa solar transportable por medio de una carretilla que permite enchufar, por ejemplo, una televisión en medio del campo y que él usa para mostrar algunos videos educativos.
Muy cerca de aquí se erige una colina llena de plantas aromáticas diseñada siguiendo los criterios de la permacultura, cosa que da pie a que nos expliquen en qué consiste este concepto que combina la agricultura con criterios relacionados con la bioconstrucción, las energías renovables, la gestión del agua, la autogestión y la autorregulación de los recursos naturales.
Entramos al pajar, donde asistimos a una inmersión audiovisual que nos permite “convertirnos” durante un rato en abejas, de las cuales Vives tiene una colmena monitorizada permanentemente mediante una aplicación de móvil.
No es ninguna tontería. La muerte de la abeja reina y, en consecuencia de toda la colmena, un fenómeno denominado “colapso de colmena”, cada vez es más habitual en todo el mundo, pero se desconocen las causas que lo están provocando. ¿Cambio climático? De momento, no se sabe, pero estas colmenas tecnológicas, que permiten saber con precisión qué condiciones ambientales hay a la colmena en todo el mundo, pueden ayudar a averiguar qué pasa dentro de la colmena en el momento de su colapso si este se llega a producir nunca.
Desde la colmena, andamos algo más allá para conocer el ‘Guapo’, un corzo que forma parte del proyecto para monitorizar sus movimientos y ver cómo se comportan ante la presencia de unos sensores. “Es un estudio para ver si se acercan o no a unos sensor de luz y tierra que hemos puesto. Una hembra tiene un collar con un GPS y cada día vemos qué recorrido ha hecho. De momento, estamos constatando que allá donde hemos puesto estos sensores no se acerca. Esto quiere decir que si ponemos estos sensores alrededor de las carreteras o de los campos evitaríamos accidentes de tráfico o que echaran a perder las cosechas”, explica Vives.
Los sensores que controlan el movimiento de los corzos, situados junto a una carretera, podrían evitar accidentes de tráfico
Nuestra visita acaba a la granja, donde justo en aquel momento los robots están extrayendo leche en un proceso perfectamente controlado por ordenador que permite saber en todo momento qué vacas se han ordeñado, qué no, cuál es su estado de salud, qué cantidad de leche se ha extraído y un montón de parámetros más que simplifican el proceso y mejoran la calidad de vida de los animales.
El término FarmLab bebe del FabLabs, los talleres de fabricación digital. De hecho, el espíritu (y la tecnología) maker impregna muchos de los elementos que integran este de Rupit y también otros FarmLabs, como este de Austria. De momento, todavía no existe ningún registro oficial como sí pasa con los FabLabs, pero lo que es seguro es que se trata de un concepto con todo el potencial para liderar la Revolución 4.0 en el campo.