Lab06: Cómo hacer ciencia con niños de 0 a 6 años

Parlem amb Montserrat Pedreira, la impulsora del laboratori STEAM per a cicle infantil de la UManresa.

Aquest centre de descoberta i recerca en educació científica durant l’etapa infantil s’ha convertit en font d’inspiració per a les escoles que volen crear un espai STEAM. El visitem de la mà de la mestra i formadora de mestres, Montserrat Pedreira.

25 de octubre de 2022 - Sonia Casas

Llegamos al Lab 06 un rato antes de que lo haga el grupo de escolares que los visitan hoy -niños y niñas de P5 de una escuela de Agramunt- para poder hablar con tranquilidad con su directora, Montserrat Pedreira. Esta maestra y formadora de maestras en la UAB, Blanquerna y ahora UManresa, también ha sido la creadora del Niu de la Ciència, el espacio de libre experimentación para niños de hasta 6 años situado el Museu Blau de Ciències Naturals de Barcelona.

¿Se puede hacer realmente ciencia y tecnología con niños menores de 3 años?
Entendemos la ciencia como la manera en que la humanidad interpreta los fenómenos del mundo. Desde que un niño abre los ojos, empieza a interpretar lo que ve, y a partir del contacto con la realidad, con otros niños y con las personas adultas, van evolucionando estas maneras de pensar. Por esta razón, hay que facilitarle al máximo el acceso a su entorno para que pueda experimentar de forma libre.

Conviene remarcar que experimentar no es sinónimo de hacer experimentos. ¿Me equivoco?
Exacto. Hacer un experimento es como hacer una receta de cocina. Tienes unos pasos concretos y los sigues. Experimentar es diferente, no se puede encontrar tan fácilmente por internet.

¿Puede poner un ejemplo?
En niños más grandes, cuando los hacemos hacer slime o un volcán con bicarbonato. Hacer el experimento sería seguir el paso a paso mientras que experimentar sería proponer de hacerlo con diferentes sustancias: jabón, harina… y que averigüen por ellos mismos la que funciona, la que no, por qué razón… Siempre dándoles pistas, por supuesto. Las propuestas del Lab06 de Manresa y también del Nido de Ciencia del Museo Azul van en esta dirección, pero adaptadas a niños pequeños: experimentar con las fuerzas, con la gravedad, con la elasticidad, con diferentes texturas, medidas, materiales, formas… También tienen una cámara oscura para trabajar las propiedades de la luz y una instalación de grifos con agua que se pueden cerrar y abrir para hacer circuitos.

Lo denomináis espacio de experimentación libre, es decir, aquí cada niño va donde quiere y juega (o no) el rato que quiere con cada cosa. A veces, cuesta creer que con este sistema aprendan igual que cuando se los dirige.
La enseñanza libre no quiere decir ausencia de educadores. A menudo hace falta un acompañamiento, sobre todo, por aquellos niños que se frustran rápido. De hecho, los itinerarios de experimentación idealmente requieren también de una continuidad temporal, es decir, que el niño pueda manipular con aquellos objetos varias veces.

¿En qué consiste este acompañamiento por parte de los adultos?
Antes que nada, es fijarnos en que está haciendo el niño e interpretar hacia dónde va. Entonces, se puede probar de abrirle un nuevo camino para hacer evolucionar el pensamiento.

¿Cómo? ¿Qué le digo?
Se pueden formular preguntas reflexivas, como por ejemplo, ¿y esto por qué crees que es así? De forma que provocas que el niño se vuelva a mirar aquello que está haciendo y reflexione. O bien, se pueden hacer preguntas de apertura: ¿te has fijado en tal cosa? Y esperar a ver si el niño se engancha.

¿Y si se calla o sale corriendo?
Pues quiere decir que no era el momento de intervenir. En cualquier caso, lo más importante es evitar nuestra mayor tentación como adultos….

¿Cuál es?
La de preguntar y acto seguido darle la respuesta. Es muy importante no resolver sus problemas, aquello tan típico del “ya te lo pongo yo” cuando montan un juguete y se encallan. Si lo hacemos nosotros, el niño no hace nada y entonces no hay aprendizaje.

Hacer, pensar y comunicar: la base de la didáctica de las ciencias.
Exacto. Hacer sería el equivalente al que yo denomino experimentar de forma directa; comunicar es poner palabras a aquello que estás haciendo, pasar de la realidad a la abstracción para poderlo expresar y etiquetar de alguna manera y, finalmente, pensar, es decir, hacer evolucionar las ideas y tejer las propias teorías al margen de las creencias de los adultos.

Se dice que, en gran parte, mantenemos las mismas ideas que teníamos a los 11 o 12 años. ¿Usted se lo cree?
Y tanto! La gente, en general, no cambiamos nuestras ideas ni maneras de pensar. Algunos se van de la escuela pensando que la ciencia es difícil y aburrida y mantienen esta imagen toda la vida. En cambio, cuando son pequeños, a todos los niños les fascinan los animales, apilar piedras, observar bolas cayendo por rampas…

¿Qué ha pasado entremedias?
Pues que la escuela, en lugar de despertar la curiosidad de los jóvenes, transforma las ciencias en una materia pesada y abstracta desconectada de la realidad. Y, cuando esto no pasa, entonces es una gran pérdida de tiempo.

¿Hay alguna manera rápida y eficaz de empezar a cambiar esto?
Hay que salir más afuera de la escuela. Sé que es incómodo, que hacen falta más acompañantes por ratio, que hay que vigilar más a los niños, pero es más importante de lo que parece.

Algunos maestros consideran las salidas una pérdida de tiempo…
En este sentido, hay que cambiar la mirada de los maestros para que capten qué está pasando en el entorno y detecten oportunidades educativas. En un bosque, en todas partes hay cambios: en las plantas, en los animales, en sus interacciones… Y no es tanto saber nombres de plantas, si no lo sabes ya lo buscarás. Se trata de buscar comparativas en las formas de las hojas, las copas de los árboles…

Y la buena noticia es que hay muchos maestros intentando hacer las cosas de forma diferente. Si nosotros, desde el Lab06, les podemos ayudar y dar algunas pistas sobre cómo hacerlo, nos sentiremos satisfechos.