Entre los 4 y los 6 años, uno de cada tres niños desarrolla un interés intenso por una determinada cosa o actividad. Se trata de intereses conceptuales y temáticos que suelen agotarse en un periodo de entre seis meses y tres años pero que, mientras duran, parecen haberse convertido en una verdadera obsesión.
Con todo, esto no es malo. Al contrario. Los investigadores dicen que este deseo ardiente de aprender todo lo que hay que saber sobre, por ejemplo, la era del Jurásico, no solo es un signo de alta inteligencia sino que también permite desarrollar un montón de habilidades cognitivas. De hecho, esta ilusión para adquirir nueva información es una oportunidad para que los niños aprendan a autodirigir su propio aprendizaje regulando sus intereses, decidiendo qué quieren aprender y desarrollando estrategias para buscar información y favorecer el espíritu crítico.
¿Y yo qué hago? ¿Conviene que lo potencie?
¡Por supuesto! Intentad encontrar actividades relacionadas con aquello que interesa el niño para que pueda disfrutar de una experiencia de aprendizaje práctica y activa, es decir, que no todo se reduzca a leer libros (o mirar videos de youtube). Buscad juguetes o juegos relacionados con el tema y buscáis visitas a museos o talleres temáticos.
Podéis apoyarle compartiendo lo que estáis observando con él o ella o haciéndole preguntas que eleven su autoestima o le motiven a seguir aprendiendo, como por ejemplo, “Veo que este es el [tipo de dinosaurio]. Qué comía este dinosaurio, que no me acuerdo?” Esto los ayuda a desarrollar habilidades de pensamiento crítico y a profundizar el vínculo entre vosotros y ellos.
Si, como maestros, en la escuela detectáis que vuestros alumnos están apasionados por alguna temática, aunque no sea estrictamente educativa, aprovechadlo. Cómo se explica en este estudio, los intereses intensos alimentan la curiosidad y el enfoque de los niños y pueden ser oportunidades para poner en práctica el método de investigación científico y el amor por la lectura. Además, pueden construir la autoestima y fomentan el juego simbólico.
En definitiva, los “intereses intensos” se tienen que potenciar tanto como podamos pero sin crear demasiadas expectativas. Tal como han venido, seguramente se marcharán. Y es que aquí lo importante no es crear futuros paleontólogos, pilotos de aviación o astronautas sino, simplemente, desplegar al máximo las habilidades del niño.