La matemática e investigadora española Capi Corrales, licenciada en Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid y doctora en Teoría de Números Algebraicos por la Universidad de Michigan, presentó el pasado 27 de abril la conferencia ‘Geometría y belleza’ en el Museu de la Ciència CosmoCaixa de Barcelona. En ella, analizó los patrones formales que se esconden detrás de las cosas que resultan o han resultado bellas a lo largo de la historia.
De la mano de algunas construcciones arquitectónicas y artísticas, Corrales teorizó durante la conferencia y en una posterior entrevista con HABILIS, si existe o no una relación entre la geometría y la belleza, cómo ha cambiado a lo largo de la historia la concepción de belleza, qué papel ha jugado la creatividad de los artistas y hacia dónde va el arte con la irrupción de la Inteligencia Artificial.
Me gustaría empezar por el principio. El ser humano, desde sus orígenes, se ha expresado artísticamente, incluso en los vestigios prehistóricos encontramos pinturas rupestres o esculturas talladas en piedra. ¿Estas civilizaciones primitivas ya tenían una concepción de lo que se consideraba bello y lo que no?
No lo sabemos con exactitud. Las fuentes más antiguas con las que he trabajado provienen del siglo IV antes de Cristo. En la Grecia clásica, filósofos contemporáneos a Platón y Aristóteles empiezan a reflexionar qué significaba la belleza y de dónde provenía.
Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos el conocimiento no estaba tan dividido. Eran comunidades formadas por pensadores que se dedicaban a partes iguales a la filosofía y a las matemáticas. Es por eso que empezaron a desarrollar distintos planteamientos sobre lo que era la belleza y a reflexionar sobre porque había cosas que a casi todo el mundo le resultaban bellas y otras les resultaban horrendas.
¿Es a partir de entonces cuando se empieza a hablar de “patrones” o “cánones” de belleza en el arte?
La idea de asociar belleza con patrones es totalmente contemporánea. Lo que pasa es que en nuestra cultura nos encanta decir, “eso ya estaba en los griegos”. Es como cuando llegas a un congreso de matemáticas diciendo: “¡Uy, eso ya estaba en Newton!”.
Lo que sí que encontramos en estas primeras comunidades es un interés por intentar identificar cuáles eran esas características que hacían que todo el mundo estuviese de acuerdo en que algo era bello e identificaron varias que aún nos sirven hoy en día: En primer lugar, que tuviese formas armoniosas. Entonces usaban la palabra “sumetría”, que no hacía referencia a la simetría rígida que encontramos en un espejo, sino a que algo tuviera unas proporciones armoniosas. De hecho, algo que nos parece “armonioso” no suele ser algo rígido. Eso lo vemos, por ejemplo, en el muro de ónice del pabellón Mies van der Rohe de Barcelona, el cual no tiene unas proporciones exactamente perfectas y aun así nos parece armonioso.
Otra cualidad para los griegos para que algo resultase bello era que fuese “útil”. Si algo no cumplía su función correctamente, no podía asociarse a la idea de belleza y, en tercer y último lugar, algo era bello si era fruto de una buena idea.
¿Es en este tercer punto dónde entra en juego la creatividad?
Sí, porque si solamente las proporciones y las fórmulas matemáticas garantizasen que algo sea hermoso, ¿qué pasaría con los artistas?
Plotino, en el siglo II después de Cristo, ya decía que no todo podía reducirse a la proporción o el tamaño para considerar que algo es bello, pues lo que para alguien es bonito, para otra persona puede no serlo. Por eso, Plotino argumentaba que algo es bello cuando “despierta la belleza dentro de ti”, cuando conecta con la experiencia de esa belleza que todos tenemos dentro de nuestra alma, de nuestro espíritu, que te hace sentirte bien, sentirte a gusto. El mérito de un artista es cuando consigue plasmar una idea en la “pantalla de la imaginación” y que evoque esa misma idea dentro de ti.
Algo te puede hacer sentirte bien porque tiene una forma preciosa, pero también te puede hacer sentirte a gusto porque tiene una belleza interna ¿Dónde está la belleza de una puesta de sol? En que te hace a ti sentirte bello por dentro y ¿cómo describes el sentirte bello por dentro? Pues no tiene que ver con geometría.
Si tú ves una acuarela de Turner, ¿por qué es hermosa? Porque cuando la ves tú estás evocando la tormenta. No es que la pincelada sea bonita, sino que cuando tú ves esa tormenta, te hace sentirte dentro de ella.
Entonces, cuando aparecen nuevos corrientes artísticos. ¿A qué obedece?
Porque para llegar al mismo lugar interno de las personas tienes que ir por otros caminos. Forma parte de la propia evolución.
Para que el espectador tenga la misma emoción con un cuadro de hoy que la que tiene delante de una obra del siglo XVII, XVIII o XIX, no puedes pintar de la misma manera porque el espectador también ha evolucionado.
Aun así, si analizamos las sensaciones del espectador más allá de la obra, vemos que hay muchas similitudes en obras muy distintas: Las sensaciones que han descrito escritores y escritoras delante de las meninas de Velázquez, son muy similares a las que describen muchos visitantes del pabellón Mies van der Rohe, del Museo Picasso o los arcos de la Sagrada Familia de Gaudí. Es decir, evoluciona el arte porque también evolucionan los caminos para llegar a esa revelación de la que hemos estado hablando, pero cuando hablamos de las sensaciones que nos producen esas revelaciones que asociamos a la belleza, no son tan distintas a través de los siglos.
Una demostración matemática es hermosa cuando es reveladora
Para preparar su conferencia en el CaixaForum ha estado un año entrevistando a artistas y matemáticos, preguntándoles qué entienden por belleza en su disciplina y la relación de esta con la geometría. ¿Ha encontrado puntos en común entre los dos mundos?
Una cosa curiosa es que para los artistas hoy en día la belleza está totalmente denostada, o sea, les da vergüenza hablar de ella, les parece una trivialidad.
En cambio, la gente matemática está encantada de encontrar la belleza en sus investigaciones y la palabra que más utilizan es “precioso”, sobre todo cuando consideran que unas matemáticas son “reveladoras”.
Es decir, una demostración matemática es hermosa cuando estás revelando las propiedades internas de algo, un teorema es precioso cuando te ilumina. Cuando estás peleándote con un problema que no logras resolver y de repente lo ves. Allí está la belleza.
Una demostración es hermosa cuando te lleva a la iluminación, que es exactamente como también describe Kandinsky el arte.
En los últimos meses, se ha estado hablando mucho sobre qué papel jugarán los artistas en un mundo dónde las Inteligencias Artificiales cada vez son capaces de producir obras de arte más elaboradas. ¿Pero conseguirán estas realizar obras “reveladoras” cómo las que hemos estado enumerando hasta ahora? ¿O la creatividad humana será insustituible?
Primero, hoy por hoy las máquinas no piensan. Hay una fórmula preciosa del matemático Jerry E. Marsden que dice que “pensar + más nada = algo”. Y eso es verdad. Pensar, más nada, siempre es igual a algo. Y esa es una cualidad que las máquinas no tienen.
En una máquina le tienes que haber metido muchísimas cosas, necesita tener una base de datos enorme, que nosotros le hemos tenido que enseñar previamente, para que haga algo. Por lo tanto, sigue dependiendo de lo que nosotros le enseñemos.
En cualquier caso, a mí, como lo que me gusta es pensar, no me gustaría que una máquina terminase pensando por mí.
Entonces, si las máquinas siguen siendo dependientes de nosotros para, por ejemplo, crear obras de arte, ¿puede ser que vayamos hacia un futuro dónde los artistas no solo dominen la pintura o la escultura, sino también la programación de estas tecnologías?
Yo creo que las máquinas son fabulosas y han mejorado nuestra vida cotidiana en muchos aspectos, pero pensar y crear es de lo más divertido y apasionante que podemos hacer como seres humanos, entonces, ¿por qué vamos a dejar que lo haga una máquina por nosotros?
O sea, vas a tener las máquinas pensando y creando obras de arte, mientras los seres humanos vamos a estar de limpiar botas, limpiando calles y trabajando en el Burger King. ¿Los humanos vamos a hacer los trabajos más pesados y manuales, mientras las máquinas se encargan de pensar y de ser creativas, que, en el fondo, es lo más divertido? Me parece de idiotas.