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Aprender con las manos

¿Qué es el Design Thinking?

Descubre las 5 fases clave de este método que despierta la inventiva de pequeños y grandes
3 de octubre de 2022 –
 Redacció

Es uno de los métodos más utilizados en empresas e instituciones para despertar la creatividad de sus miembros o empleados. Y también es cada vez más común encontrar dinámicas de este tipo en las escuelas.

Un poco de historia

Se empezó a desarrollar de forma teórica en los 70 en la Universidad de Stanford (California) y la primera empresa que lo aplicó fue la consultoría de diseño IDEO, considerada su principal precursora.

¿Por qué está triunfando?

Porque es uno de los métodos que fomenta mejor la participación de todos los individuos de un grupo, incluso si no se conocen entre ellos.

También se aproxima de forma diferente a los problemas y, gracias a esto, suele conseguir nuevas soluciones o aproximaciones a este problema, a menudo más imaginativas y creativas.

De hecho, los facilitadores que llevan a cabo estas dinámicas aseguran que uno de sus vertientes más sorprendentes del ‘Design Thinking” es que nunca saben qué resultado o a qué conclusiones llegará cada grupo.

Y fijaos que hablamos de “facilitadores” y no de maestros. Pues otra de los grandes cambios que genera esta dinámica es que el profesor cambia de rol y se convierte en aquel que conduce la sesión.

¿Cómo funciona?

Se trata de un proceso iterativo, es decir, no lineal, que permite abordar problemas complejos que se van descubriendo a medida que se avanza y que permite también ir adelante o atrás en todo momento. Consta de 5 fases o etapas:

  • Empatizar. Comprender con profundidad las necesidades que tenemos (o tienen nuestros clientes, empleados, alumnos, sociedad…) para generar soluciones de acuerdo con ellas que sean verdaderamente útiles.
  • Definir. Hacer una criba de la información compilada hasta ahora, quedarnos con aquello que aporta valor y nos abre la puerta a perspectivas interesantes. En esta fase, es clave identificar los problemas y las oportunidades que tenemos para obtener un resultado innovador.
  • Idear. Es el momento de expandir la mente y generar todas las soluciones posibles que se nos acudan. Nada de quedarnos con la primera que nos venga en él ninguno liberándonos de juicios de valor, ideas preconcebidas o vergüenzas. A veces, las ideas más estrafalarias son las que acaban funcionando mejor.
  • Actuar. Aquí es donde convertimos nuestra mejor idea en realidad, por eso a esta fase también se le denomina “prototipar”. De hecho, construir prototipos (pueden ser cartulinas con tabla-its en el caso de soluciones abstractas) es una buena manera de afinar las soluciones y hacer emerger nuevos problemas que quizás se nos habían pasado por alto.
  • Testar. Ahora toca probar nuestra idea y permitir que otros también lo hagan porque nos digan qué les ha parecido. Es un paso que a veces no se hace y que, en cambio, es fundamental para poder identificar mejoras, detectar errores o carencias… Es el momento de hacer evolucionar nuestra idea hasta convertirla en la solución que estábamos buscando.
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