Es uno de los métodos más utilizados en empresas e instituciones para despertar la creatividad de sus miembros o empleados. Y también es cada vez más común encontrar dinámicas de este tipo en las escuelas.
Un poco de historia
Se empezó a desarrollar de forma teórica en los 70 en la Universidad de Stanford (California) y la primera empresa que lo aplicó fue la consultoría de diseño IDEO, considerada su principal precursora.
¿Por qué está triunfando?
Porque es uno de los métodos que fomenta mejor la participación de todos los individuos de un grupo, incluso si no se conocen entre ellos.
También se aproxima de forma diferente a los problemas y, gracias a esto, suele conseguir nuevas soluciones o aproximaciones a este problema, a menudo más imaginativas y creativas.
De hecho, los facilitadores que llevan a cabo estas dinámicas aseguran que uno de sus vertientes más sorprendentes del ‘Design Thinking” es que nunca saben qué resultado o a qué conclusiones llegará cada grupo.
Y fijaos que hablamos de “facilitadores” y no de maestros. Pues otra de los grandes cambios que genera esta dinámica es que el profesor cambia de rol y se convierte en aquel que conduce la sesión.
¿Cómo funciona?
Se trata de un proceso iterativo, es decir, no lineal, que permite abordar problemas complejos que se van descubriendo a medida que se avanza y que permite también ir adelante o atrás en todo momento. Consta de 5 fases o etapas:
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