Es doctora en química, profesora referente de la UPC de Terrassa y presidenta de la Sociedad Catalana de Tecnología. También es una firme activista en el ámbito de la feminización de la tecnología, siempre en busca de estrategias y proyectos que contribuyan a despertar vocaciones científicas en las niñas. De hecho, la primera cosa en la cual se fija cuando la recibo a las oficinas centrales de Abacus de la calle Perú de Barcelona es en un expositor de juguetes LEGO. “Me encanta que hayan hecho que el ladrón sea una mujer!”, exclama señalando una muñeca de LEGO representada con un antifaz huyendo de una casa.
Más allá de las cuestiones de género, ¿en que más hay que romper esquemas en el ámbito educativo?
Habría que conseguir que la gente cambiara la percepción que tenemos de la educación, dejar de considerarla un simple instrumento para conseguir un título y después un trabajo y pasar a verla como la vía principal para poder construir una sociedad más formada, respetuosa y próspera a todos niveles. Nos tendríamos que querer formar por la simple satisfacción de saber cosas, de tener más criterio, de ser personas más cultas, de abrir la mente… Y hacer todo esto sin la obligación de cumplir unas expectativas laborales o económicas que después, cuando no se logran, generan grandes frustraciones.
Pues las redes sociales parecen apología de la ignorancia y la superficialidad. ¿Qué puede hacer la educación en una sociedad en la cual el éxito se mide por tu número de followers y likes?
De entrada, podemos cambiar también la visión que tenemos del concepto de éxito. En los Estados Unidos, el fracaso se valora más porque fracasar nos hace fuertes, sabios y resilientes. Pero aquí, en una entrevista de trabajo, nunca te preguntan cuántas veces has fracasado. Yo lo veo en las diferencias de comportamiento entre el alumnado “normal” (que alguien, lamentablemente, podría denominar “mediocre”) y los perfiles más “brillantes”. Los primeros son resilientes y aceptan las críticas o los suspensos; los otros, en cambio, se hunden si les das un simple “no” por respuesta.
Ahora que mencionas a tu alumnado, tengo entendido que a raíz de un trabajo que propusiste en la asignatura “Tecnología de materiales” del ESEIAAT, un grupo de 6 jóvenes ganó el premio mSchools SDG Challenge que se celebró al ‘4YFN’ del Mobile World Congress. ¿En qué consistió este proyecto?
Diseñaron y fabricaron una herramienta, a la cual han denominado uHandle, que permite a las personas con malformaciones en las manos poder alimentarse de forma autónoma, con los cubiertos que dispongan. El gadget está especialmente pensado para personas que viven en países en vías de desarrollo y ONGs puesto que se puede fabricar con impresoras 3D y con un coste muy bajo y en India, por ejemplo, está mejorando la calidad de vida de las personas con lepra.
¡Caramba! ¡Debe de estar orgullosa!
Mucho. Es una idea brillante que a mí nunca se me habría ocurrido y esto me hace sentir muy realizada como profesora. También pasó con el proyecto “TelecomuniCAT” durante el momento inicial y más durante la pandemia, cuando tejimos una red de distribución de móviles reciclados en los hospitales y creamos una herramienta con una lámpara de IKEA para permitir que los pacientes pudieran hablar con la familia sin necesidad de que el personal sanitario tuviera que sostener la tablet o el móvil.
Una de las cosas que más me gusta de la docencia es sentirme superada por mi alumnado, como en el caso del uHandle
Es evidente que el trabajo por proyectos (ABP-PBL) muy ejecutado proporciona grandes beneficios, pero todavía hay resistencias y dudas sobre sí es realmente un buen método. ¿Por qué crees que es así?
La resistencia al cambio es inherente a la condición humana pero también es cierto que no puedes imponer políticamente un nuevo sistema educativo sin recursos. Y por recursos no me refiero a dinero sino a formación. Hay que garantizar que todo el profesorado tenga la formación necesaria para animarlos, hacer que se sientan cómodos y disfruten de esta metodología ABP-PBL que, ciertamente, muy implementada, funciona y proporciona muy buenos resultados. Yo lo estoy llevando a cabo parcialmente y estoy muy satisfecha con los resultados obtenidos.
¿Incluso en grupos heterogéneos? Tengo entendido que es un método ideal de aprendizaje pero solo cuando la clase es socialmente homogénea, cosa que en las aulas no suele pasar…
Es cierto, si el grupo es homogéneo, es mucho mejor. Pero si no lo es, lo primero que hay que hacer es identificar los perfiles “vagos” y “mantas”, darles tareas que puedan hacer y que no comprometan el trabajo de los otros, y confiar en que se animen y cambien su perfil. El objetivo último es fomentar la interdependencia positiva, es decir, que todo el mundo tenga claro que con su contribución el equipo gana porque, como ya decía Maria Montessori, todo el mundo tiene alguna capacidad o interés, y también porque raramente en el futuro la gente trabajará suela.
También se critica que, con este sistema, hay contenidos curriculares que, a final de curso, los jóvenes no habrán asimilado.
Quizás no, pero si se ha hecho bien tendrán una base formativa más amplia y más sólida que les permitirá llegar a estos contenidos más adelante, porque gracias a esta base, hay aprendizajes que después harán más ágilmente o bien de manera autónoma. Para hacerlo bien, una metodología que ayuda mucho es la de usar procesos de tipos “stage-gates” (objetivos acumulativos y a corto plazo), definiendo de buen principio ninguno donde queremos ir, qué microobjetivos necesitamos lograr para llegar, qué actividades se irán haciendo en cada etapa, cuáles serán evaluables y qué no…
En general, creo que hay que cambiar el enfoque del aprendizaje y mirarnos el proceso formativo de una manera más holística
Este enfoque más holístico y por proyectos también se llama que es una de las claves para despertar más vocaciones científicas en las niñas, pero en esta cuestión, ¿no crees que hay también un factor vocacional? Quiero decir que, a las mujeres, por lo que nos han dicho, nos gusta menos trastear con cables y baterías y realizar ensamblajes mecánicos.
Creo que si las mujeres no se sienten tan atraídas por la tecnología de cables es porque, generalmente, se han relacionado los cables con trabajos rudos o muy competitivos, ligados a coches, cohetes, construcción, con ejemplos muy parciales y que no siempre resultan interesantes o atractivos. Remover cables porque sí, sin una finalidad o un ejemplo real de aplicación, más allá de encender una bombilla, no me genera ninguna curiosidad.
¿Y qué crees que nos podría motivar más?
A mí, personalmente, hacer un cohete o un coche de carreras me motiva cero pero si me explican que este ensamblaje puede servir para hacer un corazón automático que ayude a bombear sangre en el cuerpo de una persona mientras le llega el trasplante, ostras esto ya me gusta más. Por lo tanto, hay que ampliar el abanico de ejemplos de los usos que puede tener un mecanismo tecnológico, y con esta ampliación también ampliaremos las vocaciones.
Y esto es válido también con maestros, puesto que parece que cuesta un poco implementar la tecnología en el aula en los primeros años de formación, ¿no?
Eso parece, a pesar de que habrá excepciones loables y ejemplares. A mí, por ejemplo, programar por bloques no me gusta, pero en cambio sí que he aprendido a dibujar por ordenador, porque lo he encontrado útil para mis clases. De hecho, está demostrado que a las mujeres, y aquí también estoy generalizando, nos gusta que nos den un “porque”, nos convence mucho más un widget tecnológico si podemos encontrar una funcionalidad.
La tecnología “en abstracto”, para nosotros tiene, en general, menos interés y es más difícil que nos interesemos al aprenderlo
También está el tema de los referentes. ¿Realmente, es tan importante?
¡Y tanto! ¿A cuántas inventoras me puedes mencionar? ¡Y no me digas Marie Curie, que esta es científica! Pido que se conozcan perfiles como el de Hedy Lamarr (gracias a la cual tenemos wifi), Sarah Mather, inventora del periscopio, de Ángela Ruiz Robles, inventora de la Enciclopedia Mecánica, precursora de la e-book, Melitta Benz que inventó el filtro de café… Sus nombres ni se han divulgado ni se han recogido en los libros y así, el mensaje que nos queda bajo la piel es que las mujeres no hemos inventado nunca nada. Y esto, ni es justo ni es cierto.
Es evidente que hay que hacer mucho trabajo todavía. Como padres y madres, ¿cómo podemos contribuir a romper todos estos estereotipos?
Nadie se inventa un futuro, todos queremos ser lo que conocemos y, los niños, aquello que mejor conocen es su entorno inmediato, por eso es importante que como padres y madres les presentemos tantos modelos de referencia como sea posible, porque si no lo hacemos, no tendremos diversidad de vocaciones.
¿Hay un momento mejor que otro, para despertar vocaciones?
Parece que entre los 10 y 12 años es cuando nos empezamos a plantear, con conocimiento, lo que queremos ser en un futuro. Por lo tanto, este sería un buen momento, sobre todo porque se lo puedan pensar sin los estereotipos o condicionantes sociales que se producen en la adolescencia. Una niña, a los 10 o 11 años se puede plantear ser ingeniera, pero a los 14 se puede encontrar que, por la presión social, esta opción ni siquiera se la plantee. Definitivamente, hay que promover más actividades tecnológicas a primaria.
Entre los 10 y 12 años es el mejor momento para despertar una vocación en un niño o niña
En cuanto a secundaria, ¿cómo ha quedado el nuevo currículum?
Se harán 175 horas obligatorias de tecnología entre 1.º y 3.º de ESO y el compromiso de generar asignaturas de tecnología, de oferta obligatoria, a 4.º de ESO. El problema es que en el diseño del currículum se confunde la tecnología con la digitalización, y esto es un error. Del mismo modo que la cirugía es parte de la medicina y la zoología es parte de la biología, las TIC son parte de la Tecnología. Y cuando se habla de “digitalización” parecería que los contenidos TIC sean algo totalmente independiente de la tecnología. Es muy cierto, que necesitamos formar perfiles TIC, pero sin descuidar los perfiles TECH.
Si solo formamos perfiles TIC, ¿Quiénes harán la parte mecánica de las herramientas digitales? ¿Cómo sabremos qué o cuántos tornillos tenemos que usar? ¿Lo haremos todo a golpe de teclado?
No, es evidente que sin tecnología no hay digitalización posible.
Exacto. Son incoherencias que a veces se producen en el diseño del sistema educativo, cuando el diseño se hace sin consultar con el profesorado qué son las necesidades “reales”. No entiendo cual ha podido ser el criterio que ha llevado a cerrar un ciclo formativo de eco-eficiencia energética para abrir uno para ser DJ… ¿Cómo lo haremos para formar los perfiles que necesitamos para hacer la transición energética? Personalmente, pienso que iniciativas como estas son un despropósito. Los perfiles profesionales del futuro necesitarán conocimientos de tecnología. No será conveniencia, sino necesidad. Solo así podemos garantizar que las nuevas generaciones puedan aprovechar los recursos que tendremos para hacer un buen uso en beneficio suyo y de la sociedad en general.