Trabajar buena parte del contenido curricular de física y química de 2.º de ESO en un solo proyecto es posible. Y trenzarlo con la historia y el arte romano y gótico a la vez que se utiliza una impresora 3D y se aprenden conceptos de reciclaje y sostenibilidad, cooperación y economía circular, también.
Que se lo pregunten, sino, a los alumnos de primero y segundo de la ESO de la escuela-instituto Puig i Gairalt y, sobre todo, a Xavi Seva y a Damià Pascual Calero, los dos maestros que han implementado el proyecto Remix the School en esta escuela-instituto de l’Hospitalet de Llobregat. Se trata de uno de los diez centros escolares catalanes que han participado de este curso ideado por el FabLab Barcelona.
Para implementarlo dentro del aula, Seva y Calero asistieron a una formación presencial al FabLab donde Xavi Domínguez y otros miembros del Fablab los iniciaron en el arte de “cocinar” estos nuevos biomateriales. “Nos explicaron varias recetas hechas a partir de residuos orgánicos, nos dieron el material básico y, a partir de aquí, cada escuela lo adaptó a su entorno y contexto concreto”, detalla el maestro en ciencias sociales Xavi Seva.
Posteriormente, han contado con la asistencia continuada de Domínguez para ayudarlos en las diferentes dudas que les han ido surgiendo, pues, para ellos, ha sido un verdadero camino de aprendizaje. “Han dedicado mucho de esfuerzo y muchísimas horas extra y han conseguido que toda la escuela se implicara, por ejemplo, en la recogida de material”, explica la directora de la escuela-instituto, Clara Ferro.
Aseguran que el esfuerzo ha merecido la pena y están contentísimos con los resultados obtenidos, sobre todo porque, por sorpresa de todo el claustro de profesores, incluso aquellos chicos y chicas con comportamientos disruptivos, desmotivados o con dificultades de aprendizaje se han involucrado y participado activamente de las tareas y han asimilado los contenidos.
El proyecto, paso a paso
1. Integración de disciplinas
Desde su perspectiva de maestro de sociales, Seva vio que podía vincular la creación de los biomateriales con la elaboración de un mosaico romano en el caso de 1.º del Eso y una cristalera gótica, en el caso de 2.º Los marcos de las cristaleras y la maqueta de una domus romana se diseñarían con la impresora 3D.
2. Cooperación entre la escuela, las familias y el barrio
Los biomateriales, desde piel de naranja al marro de café pasando por la piel del aguacate, del pimiento o de la remolacha, se obtuvieron en la escuela pero también se recogieron en las casas de los alumnos y a los establecimientos del barrio, cosa que despertó un fuerte espíritu de cohesión y de comunidad. Además, los alumnos hicieron la cocción de los materiales también a casa, cosa que generó dinámicas de trabajo en equipo y de aprendizaje en el seno de las familias.
3. Ensayo-error, el mejor método de aprendizaje
¿Por qué salen grumos a la cocción? ¿Como podemos deshidratar mejor la piel de naranja porque no se nos pudra? Podemos conseguir hacer un biomaterial reciclando punta de lápiz? ¿Como podemos hacer colores más vibrantes? «Tanto por los alumnos como por nosotros mismos, el proceso de elaboración de los materiales y de los colores que necesitaban para hacer las cristaleras o los mosaicos ha estado pleno de momentos de incógnita, de experimentar con las proporciones y de repetir procesos de cocción, pues cada material absorbe la resina y el alcohol a su manera. Ha sido un aprendizaje intenso pero muy apasionante, que ha despertado la curiosidad de los chicos y chicas», detalla Damià Calero, maestro de primaria y coordinador digital del centro.
4. Entusiasmo y motivación en el alumnado
Esta curiosidad que ha despertado el proyecto entre los alumnos es solo uno de los muchas señales positivas que los dos profesores y también otros miembros del claustro han detectado en los alumnos. «Las ganas de involucrarse y de aprender de los alumnos, incluso, de los más complejos nos ha sorprendido a todos», afirma Seva. «Han investigado como sacar colores, han hecho su propio diseño artístico, se han preocupado de cocinar el material a casa, de tener cura de aquello que iba saliendo de la impresora 3D, han trabajado en equipos cooperativos y han trabado nuevos vínculos con el barrio», detalla. Y, de hecho, nosotros mismos comprobamos como han llegado a asimilar los contenidos, pues son los propios alumnos, como Eric, Lucia, Mohamed, el Malek, lo Papo o Juan David quienes nos explican con pasión las cocciones en detalle, como han hecho las diferentes formas por las cristaleras y los mosaicos o qué son las partes de una *domus romana.
Solo un día después de nuestra visita, leo que la Cónsul General en Barcelona de los Estados Unidos y la alcaldesa de la *Hospitalet también los han visitado para ver de cerca este mismo proyecto, pues ha recibido financiación norteamericana, y no me cuesta de imaginarme los mismos chicos y chicas volviendo a explicar, entre emocionados y nerviosos, conceptos de física, química, historia, arte, reciclaje y sostenibilidad sin ningún esfuerzo y, el mejor de todo, con entusiasmo.