Se dice que una sola escuela puede cambiar el mundo. En este caso, todo empezó con una escuela, la Escuela de Bachilleratos CIC, y una maestra, Alícia López, profesora de TECH Projects de segundo, la antesala de la universidad. “En segundo curso, pocos profesores se arriesgan, pero yo pienso que justamente es el momento de dar a los alumnos la oportunidad de poner a prueba sus habilidades en el ámbito de la ingeniería”.
Con esta idea en la cabeza, López contactó con el reconocido profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts-MIT Edward Moriarty, que enseguida se avino a co-organizar con ella un proyecto de Hackatón. En el primer año participaron dos escuelas; en el segundo, cuatro; en el tercero, en plena pandemia, participaron en línea escuelas de los cinco continentes; el cuarto año, seis escuelas y ahora han participado once escuelas públicas y privadas concertadas de Roses, Terrassa, Lloret, Castelldefels, Sant Cugat y Mollet de entre 3.º de ESO y 2.º de Bachillerato. Hablamos de 110 alumnos y once docentes.
¿En qué consiste?
Nada mejor que entrar dentro de la sala que este año les ha cedido la facultad de informática de la UPC para explicarlo. Vemos grupos de 5 o 6 alumnos trabajando en equipo. Algunos hablan alto y gesticulan entusiasmados; otros están comprobando si un prototipo de dron hecho con LEGO se sostiene cómo corresponde; en la otra punta, unos empiezan a programar el techo de una casa domótica que se abre y se cierra y todavía hay otros que escuchan con atención y en círculo los consejos que les da Ed Moriarty en relación a su proyecto de un barco teledirigido.
Y remarcamos la palabra “consejos” porque para Moriarty es importante: “Yo no les doy instrucciones ni les digo como lo tienen que hacer o si lo están haciendo bien o mal, porque esto en realidad es irrelevante. Aquí lo que importa es la opinión de los alumnos y el hecho que ellos estén decidiendo qué quieren hacer y cómo lo harán. Es democracia en estado puro”.
“Enseñar consiste en esto, en empoderar el alumno para que sea él quien actúa, asuma riesgos y aprenda de los errores”, explica Moriarty.
Viéndolos interactuar costa creer que solo haga un día que estos chicos y chicas se conocen. De hecho, ni siquiera están agrupados por cursos (o por amistades) sino por intereses. El primer día, de los tres que dura la Hackathon, hicieron una lluvia de ideas y, a partir de los proyectos que surgieron, cada cual se integró a un equipo independientemente de si era alumno de 3.º de la ESO o de 2° de Bachillerato. “Si no fuera por la altura, aquí nadie sabe si eres de los pequeños o de los grandes. Todo el mundo participa, aporta conceptos, genera iniciativas y moviliza experiencias por igual”, detalla López.
Para ayudarlos cuando se encallan y alinear las diferentes maneras de trabajar que pueda haber, hay un equipo de mentores universitarios. Son los BCN squad, exalumnos del CIC, 10 instructores del Edgerton Center y 5 alumnos MISTI-GTL . Júlia pertenece al BCN Squad. Es estudiante de 4.º de ingeniería y nos explica que lo que más le gusta de hacer de mentora es crear vínculo y comunidad entre estudiantes universitarios y no universitarios. “Pienso que es una buena manera de promover las disciplinas STEM de manera próxima porque solo tengo un par de años más que algunos de ellos. Además, soy mujer y el hecho que tanto los chicos como las chicas me hagan preguntas sobre la carrera, por ejemplo, también ayuda a romper estereotipos de género”, detalla.
Los mentores son estudiantes de ingeniería -entre ellos algunas chicas- que les hacen ver las disciplinas STEM de forma próxima y accesible y los rompen estereotipos
Para Júlia también es enriquecedor poder compartir tres días con mentores como ella que han venido desde los Estados Unidos. Y nos explica que ya ha participado en otros hackatones en Edinburgo y en la Universidad de Ferrara, en Italia, unos contactos internacionales con los cuales están estableciendo vínculos y un sentimiento de comunidad.
La Hackaton culmina con la feria donde presentan los proyectos ante sus padres, amigos, maestros y compañeros. “Es un momento interesante porque es cuando tienen que explicar todos los conocimientos adquiridos y esto los obliga a sintetizar y ordenar todo aquello que han hecho y aprendido”, explica Alícia López. La neurociencia le da la razón, pues se ha demostrado que solo cuando verbalizamos aquello que hemos aprendido es cuando este conocimiento queda fijo en el cerebro, de forma que esta feria expositiva viene a ser la culminación de tres días de una intensa y riquísima actividad por todo el mundo: por los maestros, por los alumnos y por los mentores.
«Me siento orgulloso de esta hackatón, pero no puedo evitar ponerme triste por todos los demás jóvenes que no pueden vivir esta experiencia», dice Moriarty
Moriarty, pero, hace un apunte importante sobre la muestra de los proyectos: “Todo el mundo viene y se queda sorprendido de lo que han logrado los chicos y chicas. Yo también me siento muy orgulloso de ellos, pero no puedo evitar sentirme triste por todos los otros chicos y chicas que no están teniendo una oportunidad como esta. Hay que trabajar activamente por extenderlo al máximo de centros posible”. Y con esta intención, ya tienen la mirada puesta en la futura Hackaton del próximo curso.